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AU-PAIR EN MADRID: QUÉ ME PARECIÓ

BY HENRY PAYNE

Desde la azotea de nuestro apartamento en el quinto piso, se puede ver la gran metrópolis que es Madrid. Al oeste, una ráfaga continua de personas conduce hasta el centro por la carretera que se extiende al frente. Por esta carretera fui por primera vez a Alcorcón desde el aeropuerto. Recuerdo el calor que hacía ese verano por toda Europa, especialmente en España. Fui acogido por una familia que inmediatamente me hizo sentir como un miembro de su familia y yo ya les considero miembros de la mía. Quizás por ser algo típico de los niños españoles, la primera cosa que me preguntaron fue si me gustaba el futbol, a lo que respondí ‘¡Claro!’ para darles tranquilidad. No sabía entonces que acabaría jugando al futbol casi cada noche con ellos y sus amigos. Me reí un poco cuando Dani, el mayor de los dos chicos, me contó que era un aficionado del Barcelona a pesar de que vivían en Madrid. La segunda cosa que me preguntaron fue si conocía el videojuego ‘Fortnite’ y si sabía cómo jugar. Desafortunadamente durante todo mi estancia en Alcorcón no pude aprender cómo jugar a este videojuego y, como resultado, en nuestro tiempo libre jugamos todavía más al futbol.   

Mientras conducíamos fuera de la ciudad hablamos de varias cosas: lo difícil que puede ser aprender inglés, cómo es la vida de un estudiante en la universidad de Exeter y qué tenía ganas de hacer durante mi estancia en España. En aquel momento, llevaba sin hablar español casi un año y mis habilidades lingüísticas me pusieron a prueba sin tregua. Hice lo que pude para alcanzar un nivel aceptable. Todavía creo que arriesgar hasta el extremo puede ser el mejor método para mejorar tus habilidades lingüísticas, aunque sea un poco intimidante. Por ejemplo, yo repasaba cada día en mi tiempo libre y después practicaba con la familia. Mi español mejoró cada vez más, gracias a la paciencia de la familia.

Utilicé la primera semana para adaptarme a la vida en España y conocer a los chicos un poco mejor. Antes de pasar tiempo con ellos, había olvidado la gran cantidad de energía que tienen los niños y al principio fue un poco difícil mantenerme a su nivel de ilusión. Sin embargo, pronto su alegría por la vida se convirtió en algo contagioso y seguir jugando con ellos todo el día era un placer. Su imaginación me asombró mucho y cómo por ejemplo podían convertir el salón en una zona de guerra o cómo tenían la capacidad de encontrar multitud de lugares para esconderse cuando jugábamos al escondite.

Uno de los desafíos más difíciles de mi tiempo como au-pair en España fue la falta de compañía de jóvenes de mi edad. A veces me sentía un poco solo. Sin embargo, después de las primeras semanas, conocí a más gente. Creo que cuando se hace un au-pair en el extranjero es muy importante pasar tiempo con diferentes tipos de personas. Yo tuve mucha suerte porque tenía una amiga que estaba trabajando en Madrid aquel verano y conocí a mucha gente a través de ella. De hecho, conocí a una chica italiana que me ayudó con mi italiano.

En resumen, recomendaría el au-pair a quienes quieran tener experiencia en el extranjero y experimentar una cultura diferente. Pienso que hacer un au-pair es quizás la mejor manera de conocer un país extranjero porque no sólo se está rodeado de la cultura, sino también acogido por una familia.     

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