Welcome to our first issue of the Language Exepress!
Книга о самом главном
BY ANASTASIA KOSTINA
¿SE HA CONVERTIDO BARCELONA EN SU PROPIO ENEMIGO? / HAS BARCELONA BECOME ITS OWN WORST ENEMY?
BY VICTORIA CRAMER AND TRANSLATED BY VALERIA TAMAYO CAMELO
Si quieres una implicación de la escala enorme de turismo en Barcelona, una búsqueda de Google lo revelaría todo. Como he descubierto durante mi investigación para escribir este artículo, una búsqueda de ‘turismo en Barcelona’ produce millones de repuestas. La mayoría de estas consisten de sitios web señalando todo lo que una turista necesita hacer durante su viaje a Barcelona. No obstante, entre estas paginas hay también un número de artículos de opinión sobre la situación en la ciudad en cuanto a los niveles cada vez mas altos del turismo. En este articulo, voy a indagar sobre los argumentos más comunes contra al turismo además de las medidas que se toman para controlar la crisis. También voy a evaluar la dependencia de la ciudad en el sector turístico y como mi propia opinión ha cambiado durante mi año extranjero hasta ahora.
El turismo en Barcelona ha crecido mucho desde las últimas décadas. En España, Barcelona es la segunda ciudad española que recibe la mayoría de turistas, después de Madrid. No creo que se pueda negar que, aunque el turismo tiene efectos positivos en la economía de Barcelona, sus residentes continúan sufriendo sus consecuencias. Un ejemplo de este sufrimiento es el incremento de el costo de viviendas en el centro de la ciudad. Como un numero de destinos populares en Europa, los barceloneses son desafortunadamente victimas de costos de vivienda elevados debido a un incremento de personas que alquilan a corto plazo. Con los precios de viviendas desorbitados en todos los rincones de la ciudad, los residentes de larga duración se han echado a las periferias.
Una de las causas recientes que pidió la limitación del turismo en Barcelona es el influjo de los cruceros que llegan a los puertos de la ciudad regularmente durante nueve meses del año. De hecho, 2,5 millones de visitantes llegaron a través de crucero en el año pasado, casi triplicando la población de 1,6 millones. En cuanto a estos visitantes, ‘las ventajas’ de el turismo no aplican muy bien ya que, según un articulo del Guardian, los turistas de cruceros gastan en media de €52 en la duración de su estancia. Este comportamiento les parece a los barceloneses como parasitario y, además de los problemas de polución del mar, ha resultado en un llamado por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a limitar el numero de cruceros permitidos de llegar a los puertos de la capital catalana.
Además de los problemas con contaminación, aglomeración y costo de vida elevado, la ciudad esta en un proceso que se ha llamado por la alcaldesa como ‘parquetematización’. El termino describe la transición de la ciudad de una que se orientaba hacia sus residentes a un parque temático que solo existe para servir las necesidades de los turistas. El ejemplo obvio de esto se puede ver en La Rambla. Con joyas culturales como teatros, museos y el famoso mercado Boquería que se encuentran cerca de la calle renombrada, no es difícil comprender porque el sitio ocupa el primer lugar en todas las listas de los turistas. Sin embargo, su atracción, ha tenido el efecto adverso sobre el patrimonio cultural de la calle, la característica que se hace atractiva en el primer plazo. Donde una vez había un núcleo provocador para los ricos tanto como las clases trabajadoras, ahora existe una oleada de gente, apenas mirando de sus pies para ver las tiendas suvenires que forran la calle. El sitio también se ha convertido en un lugar de prostitución, que no es nuevo. Pero, la mayoría de las mujeres ahora son victimas de los traficantes. No me sorprende mucho que la ciudad de una región orgullosa vea el turismo como una intrusión directa y personal.
Uno de los argumentos mas comunes en cuanto al turismo en Barcelona es que hay también aspectos positivos de este incremento, por ejemplo, el sector turístico “emplea unos 100.000 barceloneses de forma directa o indirecta”. En efecto, según Gaspa, el sector comercial tiene 26.000 puestos de trabajo gracias a las compras turísticas. El turismo no solo crea trabajos para los residentes sino también contribuye alrededor de los 2.000 millones de euros a la economía española. Según un informe encargado por Barcelona Oberta, unos 1.2000 negocios de la ciudad, como los que existen en el Paseo de Gracia, se verían forzados a cerrar si los visitantes no fueran de compras. De hecho, más de un 18% de la facturación del comercio en Barcelona consiste en las compras turísticas.
Entonces, la pregunta sigue siendo: ¿Sera que los beneficios financieros valen la pena aunque estén causando la perdida gradual de la identidad Barcelonense?
When researching this article, a simple ‘tourism in Barcelona’ search yielded hundreds of millions results, most of which were websites targeted at tourists, detailing the must-sees, must-dos, must-tastes and must-visits of the city. Among these advisory lists were a handful of articles discussing the rise of mass tourism in the city. In this article I will delve into the most common arguments against tourism, as well as measures being taken to control the crisis, how dependent the city is on the industry and how my perspective altered after I moved to Barcelona for a year.
The most obvious effect of mass tourism in Barcelona is the always-increasing cost of accommodation for its residents. As is the case with a number of popular tourist destinations in Europe, citizens in the Catalonian capital fall victim to increased costs of living due to the rising number of holiday homes with owners overseas and short-term renting websites, namely Airbnb, dominating the rental market. With house prices soaring in all corners of the once industrial city, long-term residents have been forced further and further out of the city into its peripheries.
One of the more recent causes for calls to limit tourism in Barcelona is the influx of cruise ships arriving in the city’s port. 2.5 million visitors arrived via cruise ship last year alone, almost tripling the city’s population of 1.6 million. In this case, the usual ‘perks’ of tourism unfortunately carry very little weight, as the recently disembarked visitors each spend an average of €57 throughout the duration of their brief stay, according to an article by The Guardian . The seemingly parasitical behaviour of cruise ship tourists, along with the increasing emission of nitrogen oxide, has prompted a call by Barcelona’s mayor, Ada Colau to restrict the number of cruise ships permitted to dock in the city’s port.
In addition to the problems with pollution, overcrowding and rise in living expenses, the city is experiencing a process labelled by the mayor as ‘parquetematizacion’, a term coined to describe the transition of the city from one oriented around its residents to a city intended to cater almost exclusively to tourists. The most obvious example of this process can be seen in La Rambla, arguably the most famous street in Barcelona. With cultural gems such as theatres, museums and the renowned Boquería market located just off the La Rambla, it isn’t difficult to understand why the location often tops the must-see lists of things to do in Barcelona. Its attraction, however, has had the adverse effect on the street’s cultural heritage, the characteristic that was at the very root of its attraction. Where once was an edgy hub for both the rich and the poor to hustle, there now exists a constant stream of crowds, barely looking up from their shuffling feet to see the souvenir shops and stalls that line the street. This has also become a site for prostitution, something that is not necessarily new, however, nowadays most of the women are victims of human trafficking. Being the capital of a region so proud and protective over its identity, it’s unsurprising that Barcelona residents view tourism as a personal and direct intrusion.
When this debate has been brought up among people, the most common opposing argument is the fact that tourism still remains at the heart of Barcelona’s economy and patronage. According to Gaspa, the city’s commercial sector alone provides approximately 26,000 jobs and tourist purchases constitute 18% of the commercial revenue this sector. In all, during its peak season, tourism yields approximately 22 million euros every day. Is the income that tourism provides worth the city’s gradual loss of identity and heritage?
Before arriving in Barcelona for the first time, the extent of the city’s disdain towards tourism was unbeknown to me. However, having lived here for almost five months, it must be said that from graffiti marking the path up to the go-to viewpoint of the old civil war bunkers demanding ‘tourists go home’, to the recent words of Barcelona’s mayor Ada Colau the community’s signs of frustration are abundantly clear.